Cerrar el paraguas y mojarme toda la mano y después con esa mano, que con la humedad del día siempre queda “pegoteada”, tener que agarrarme del manubrio oxidado del colectivo.
Detesto sentarme contra la ventana toda “sudorosa” y que me toque la ropa.
Odio que el pelo recién bañado parezca sucio de hace días y ni mencionar el pelo frizzeado que ya es un lugar común y por mas que estemos en pleno siglo XXI, con decenas de productos, ninguno funciona.
Odio que me quede la botamanga del pantalón y la punta del zapato mojada desde la mañana hasta las 6 de la tarde.
Me caga el día que no me paseen el perro porque llueve y tenga que pasearlo yo a las 7:30 am, cosa que irremediablemente me hace llegar tarde al laburo. Imagínenme tan temprano con el paraguas en una mano, la correa en la otra y con la bolsita tratando de levantar sus necesidades! (que imagen terrible no?).
Odio que la bolsa donde llevo el tupper con el almuerzo llegue desintegrada a la oficina.
Me pone extremadamente nerviosa la gente que en vez de usar paraguas, usa sombrillas! Y desde ya me molesta tambien que los que tengan paraguas, vayan por debajo de la marquesina. Tendría que establecerse para eso, una especie de norma peatonal, similar a la prioridad de paso por la izquierda.
Detesto llegar a la oficina y que haya algún chanta que dió parte de enfermo, mientras yo sé, que se quedó mirando películas en su casa.
Odio que llueva porque nunca falta la persona a la que le produzca una depresión irremediable y me tenga que fumar su mala cara todo el día.
Me irrita la gente descuidada que cuando estoy sentada en el tren deja que las puntitas metálicas de su paraguas me chorreen la pierna.
Y por sobre todo … lo peor del mundo es pisar esa baldosa suelta que esta compuesta por un cocktail negro (de quién sabe cuántas cosas) que solo sale después de poner el pantalón 2 veces en el lavarropas con mucho Trenet (que entre nos, ese slogan de “y chau manchas” es tan mentiroso como los productos anti frizz de la tele).
Detesto sentarme contra la ventana toda “sudorosa” y que me toque la ropa.
Odio que el pelo recién bañado parezca sucio de hace días y ni mencionar el pelo frizzeado que ya es un lugar común y por mas que estemos en pleno siglo XXI, con decenas de productos, ninguno funciona.
Odio que me quede la botamanga del pantalón y la punta del zapato mojada desde la mañana hasta las 6 de la tarde.
Me caga el día que no me paseen el perro porque llueve y tenga que pasearlo yo a las 7:30 am, cosa que irremediablemente me hace llegar tarde al laburo. Imagínenme tan temprano con el paraguas en una mano, la correa en la otra y con la bolsita tratando de levantar sus necesidades! (que imagen terrible no?).
Odio que la bolsa donde llevo el tupper con el almuerzo llegue desintegrada a la oficina.
Me pone extremadamente nerviosa la gente que en vez de usar paraguas, usa sombrillas! Y desde ya me molesta tambien que los que tengan paraguas, vayan por debajo de la marquesina. Tendría que establecerse para eso, una especie de norma peatonal, similar a la prioridad de paso por la izquierda.
Detesto llegar a la oficina y que haya algún chanta que dió parte de enfermo, mientras yo sé, que se quedó mirando películas en su casa.
Odio que llueva porque nunca falta la persona a la que le produzca una depresión irremediable y me tenga que fumar su mala cara todo el día.
Me irrita la gente descuidada que cuando estoy sentada en el tren deja que las puntitas metálicas de su paraguas me chorreen la pierna.
Y por sobre todo … lo peor del mundo es pisar esa baldosa suelta que esta compuesta por un cocktail negro (de quién sabe cuántas cosas) que solo sale después de poner el pantalón 2 veces en el lavarropas con mucho Trenet (que entre nos, ese slogan de “y chau manchas” es tan mentiroso como los productos anti frizz de la tele).
Tranquilas, ya terminé mi catarsis.