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lunes, 19 de julio de 2010

Dime en que mes andas y te diré qué trabajo tienes

De 0 a 6 meses

Cuando sos “la nueva” ves todo fantástico, la gente se emociona al hablarte, quieren saber de vos. Salís con tus compañeros de oficina a festejar todos los eventos posibles (el día de la primavera, del amigo, de la secretaria, etc.) todo es ocasión de festejo.
Te encanta llevar medialunas a la mañana y que todos te saluden con una frase del tipo “sos la mejor compañera, que buena manera de empezar el día, no podes ser más genial, etc.”
Sentís que tenés el mejor trabajo del mundo, ese que siempre quisiste, que todo es demasiado perfecto que podés crecer hasta el infinito profesionalmente y que vas a dar todo de vos.

De 6 a 12

De las decenas de amigos que tenías los primeros meses ya tenes nítidamente distinguidos a quienes no podes ni ver, con quienes te llevas “hasta ahí” y conoces muy bien a los poquitos que te caen bárbaro. Si antes sentías que ibas a llegar a presidente de la empresa, que tu futuro no tenía límites, ahora ya tenes bien clarito que los demás quieren lo mismo que vos y que todo va a ser mucho más difícil de lo que pensabas.

12 y más

Tu jefa representa el paradigma de tus pesadillas, el timbre de su voz te taladra a tal punto que lo estás tratando con el psicólogo. Te sentás en tu escritorio y te clavas el I-pod, de hecho estás pensando seriamente en escribirle una carta a Apple para ver si pueden inventar unas anteojeras, cosa de tener el menor contacto con tu entorno laboral. Lo peor que te puede pasar es que sea el cumpleaños de alguno y te veas obligada a asistir a un after office. No sólo que ya no llevas medialunas ni para tu cumpleaños si no que en ellos no gastarías ni en un caramelo. El único momento de felicidad es a principio de mes cuando tu caja de ahorro está llena y sentís que esas 9 horas de cárcel se pueden compensar con buenos momentos de felicidad. Cuantos más meses pasen te va quedando cada vez más claro que todas tus oportunidades de crecimiento están proscriptas. A ésta altura no sólo ya viste tu techo laboral, sino que le ves las grietas, las goteras y la tela araña.
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